lunes, 7 de enero de 2013

A la muerte y al clichè


Me estás matando.
Más bien, me estoy matando. Todo cuanto ronda por mi cabeza es fuente de mi propio y oscuro temor.
¿A qué? A todo. Y a nada.
Porque todo cuanto temo reside en mis pensamientos, y todo cuanto evito lo provoco con mis propios y fallidos actos.

¿De verdad? No, para nada... Todo es ficción, una entrada en un diario. Unos teclazos para mantener a la poca gente que se toma el tiempo de leerme entretenida.
Es un llamado a la empatía, podría decirse. Yo, escritor por autodenominación, escribo, válgame la redundancia, sentimientos con los que cualquiera puede relacionarse. Le das un poco de teatralidad, estiras al máximo el drama con cuidado de convertir todo esto en una telenovela. Cuidas un poco la ortografía (no mucho, a la gente no le importa tanto, y a la que le importa demasiado probablemente no tiene nada mejor que hacer con su tiempo) y listo. Tienes tu "grito de ayuda". Entre líneas todo, claro está; no queremos que sea muy obvio, a la gente le gusta sentirse retada cuando lee algo, pero no demasiado, recuérdalo.
Tal vez si incluyes una frase que suene profunda; una metáfora ingeniosa, una contraposición de ideas, incluso algo que remotamente rime, a alguien le guste y decida copiarla y pegarla en alguna red social. Como ésta. Porque si eres de los que les gusta pensar en conspiraciónes, tal vez en este momento estés considerando que toda esta palabrería es un copy/paste de los malos. ¿Menuda conspiración, verdad?

Desde otro punto de vista tú, lector, aburrido por ésta "redacción" pseudointelectual, te rendiste después del segundo párrafo y decidiste hacer algo más productivo con tu vida. En esta categoría recaen la mayoría, a fin de cuentas.

Por el otro lado, también todo podría ser verdad, y yo, escritor usuario de éste blog, me encuentro sumido en el vaivén de las emociones causadas por el conocimiento de mis emociones. Tal vez necesito ayuda seria.
Tal vez, tú... Pero tú ya dejaste de leer.